¿Puede una máquina reemplazar a un artista? La IA y Platón

Desde Hollywood nos llegan ecos inquietantes: rumores de que los grandes estudios están considerando reemplazar a guionistas y otros artistas con inteligencias artificiales. En esta era de avances tecnológicos vertiginosos, surge una pregunta inevitable: ¿es realmente posible que una máquina haga el trabajo de un artista? Desde siempre, el arte ha sido una forma en que las personas muestran cómo se sienten por dentro. No es solo saber cómo mover un pincel o tocar una nota. Es una forma de comunicación que expresa lo que hay en la mente del artista.

Ahora, piensa en una máquina creando imágenes o música. Puede ser buena en ello pero, ¿eso convierte a la máquina en un artista? ¿La IA realmente siente lo que crea? ¿Hasta qué punto el arte creado por una máquina tiene significado?

Para entender mejor esto, vamos a analizar una historia antigua que nos ayudará a ver la diferencia entre lo que es auténtico y lo que es solo una copia.

EL Mito de la Caverna de Platón

Ilustración de la alegoría de la caverna – Wikipedia

Imagina que estás en una caverna oscura. En esta cueva, hay personas que han estado atadas desde que nacieron. No pueden mover la cabeza ni las manos; solo pueden mirar hacia adelante, hacia la pared de la cueva.

Detrás de estas personas hay un fuego, y entre el fuego y las personas hay un camino donde otra gente camina llevando objetos. Estos objetos crean sombras en la pared debido a la luz del fuego. Las personas atadas solo ven estas sombras, y para ellos, esas sombras son su realidad. No saben de los objetos ni del fuego; solo conocen las sombras y ese es el único universo que conocen.

Un día, una de las personas se libera. Al levantarse, ve la luz del fuego, lo deslumbra y le irrita los ojos. Pero poco a poco, sus visión se acostumbra. Se da cuenta entonces de que las sombras que siempre vio no eran la verdadera realidad. Hay objetos reales detrás de esas sombras.

Y luego, imagina que esta persona escapa fuera de la cueva al mundo abierto. Al principio, la luz del sol es demasiado brillante y abrumadora. Pero una vez más, sus ojos se adaptan, y ve árboles, ríos, animales y el cielo azul. Descubre un mundo mucho más grande, más hermoso y más real que las sombras de la cueva.

¿Qué tiene que ver esta historia con la inteligencia artificial? Imagina que las IAs son como las personas atadas en la cueva, solo viendo sombras. Estas sombras son la información que les llega desde el mundo real, pero dicha información es solo una parte de lo que realmente podría experimentar una persona viviendo algo . Las máquinas trabajan con lo que buenamente saben, pero siempre es una versión recortada de la realidad.

Por otro lado, nosotros, las personas, estamos fuera de esa cueva. Vemos y vivimos muchas cosas todos los días: Desde el ruido de un coche pasando, hasta cómo se siente el viento en nuestra cara. Obtenemos un montón de información que recibimos a cada momento sin ni siquiera pedirla.

Cuando una persona crea arte, usa toda esa información que ha recogido. Las máquinas, sin embargo, solo usan lo poco que saben. Así que hay una gran diferencia entre lo que hacemos nosotros y lo que hacen las máquinas. Su «arte» es un reflejo, una sombra, de lo que ya existe en el mundo real.

El arte humano surge de emociones, experiencias, cultura y subjetividad. Cada pincelada o nota musical es única y está cargada de intención. Es un reflejo no solo de la habilidad del artista, sino de sus experiencias, su historia y su visión única del mundo… y muchas veces incluso sin ser plenamente consciente de ello. Una IA no tiene emociones, no tiene un pasado lleno de vivencias ni una cultura que la moldee. Puede replicar estilos, sí, pero siempre estará limitada a las «sombras» de lo que se le ha enseñado. Nunca podrá experimentar la vida como lo hacemos nosotros, y por eso, su arte siempre será una imitación.

La IA conectada a Internet

Pero, ¿y si pudiéramos ampliar las «sombras» que las IA ven, dándoles acceso a Internet? ¿Cambiaría esto su capacidad para crear arte? A menudo se piensa que, al darle a una IA acceso a Internet, le estamos otorgando la llave del conocimiento infinito. Pero, ¿es realmente así?

Internet es una gran recopilación de información. La gente ha ido volcando gran cantidad de datos en la red, y desde que tenemos redes sociales hay un suministro constante de información sobre nosotros mismos. Pero aunque son muchos datos tan solo son una faceta, una representación digital, no una vivencia completa como la que tenemos en el mundo real. Después de todo, la mayoría de las veces no subimos a la red la información que no queremos que otros vean. Pero aún si lo hiciéramos, seguiría siendo imposible traspasar todo lo que tenemos, sentimos y sabemos a la red.

La verdadera esencia del conocimiento humano se basa en experiencias, emociones y percepciones sensoriales, algo que no puede ser plenamente representado en bits y bytes. Y no podemos olvidar: la información en línea a menudo carece de un contexto profundo y está influenciada por opiniones, interpretaciones y, a veces, incluso mentiras. No toda la información que circula por la red es relevante o es de calidad.

Mucha de la información en Internet no es relevante o no es veraz.

Por lo tanto, aunque una IA pueda navegar por la inmensidad de Internet, sigue estando en su propia «caverna digital», con sombras de la realidad humana proyectadas en sus paredes. Puede ver estas sombras, procesarlas, pero en realidad no sabe que son con total certeza.

Al final, la esencia de la sabiduría humana va más allá de lo que cualquier algoritmo pueda comprender o replicar. Esto no quiere decir que el arte generado por IA no tenga valor. Puede ser bello e incluso impresionante, pero es esencial recordar que el verdadero arte no es simplemente una técnica: es un reflejo de la mente humana.

¿Puede la IA ser original?

La mayoría de inteligencias artificiales que crean arte generativo han pasado por un entrenamiento y, tras este, las máquinas tienen una base de datos con suficiente información para hacer sus trabajos (De este proceso escribí en el artículo ¿Artistas artificiales?).

La forma más común de pedirle a una IA que genere algo es con un prompt, una orden en lenguaje natural con la que indicamos lo que queremos. Así podemos pedirle que haga una imagen con «una foca con un plato de salmorejo» o «un gato al estilo de Van Gogh«.

Es fácil entrenar a una inteligencia artificial sobre que es una foca, un gato o incluso algo más concreto sobre qué es un salmorejo. Cogemos varias imágenes que se asocien a cada una de esas palabras y la IA acabará entendiendo en que hay una clara diferencia entre un mamífero marino y un plato andaluz. Ahora, en la segunda imagen hemos ordenado que la imagen tenga el estilo de un artista. Esto es algo que no es algo casual o común, es una orden especifica sobre como una persona en particular se comunica a través de la pintura. El salmorejo, aún siendo un plato cultural del sur de España, es algo que no pertenece a un único individuo. Pero sí sabemos quien era Van Gogh. Su historia, sus vivencias y que el modo de expresarse en sus cuadros era un reflejo de una persona única.

¿Cómo es que al escribir «al estilo de Van Gogh» la IA sabe a lo que nos referimos? Pues de la misma forma que decimos salmorejo y no algo como «sopa de tomate con pan y ajo de Andalucía«, y de la misma que decimos foca y no algo como «mamífero marino que vive en territorios con baja temperatura«. A la inteligencia artificial se le ha entrenado con imágenes de focas, de salmorejos y de cuadros de Van Gogh. Y eso tan fácil como hacerle buscar cada palabra de un diccionario o de libros de arte en un buscador de imágenes y que guarde lo que salga en la base de datos para el entrenamiento.

¿Podría la IA crear una imagen con ese estilo si no se le hubieran enseñado las obras de Van Gogh? La respuesta efectivamente es no: Quizás podríamos aproximarnos a su estilo ajustando los prompts hasta conseguir algo, pero lo más probable es que la IA termine inventando la imagen a su manera, ya que su prioridad es completar la ilustración más que mostrar exactamente lo que se le pide.

«Un gato al estilo de Edu León Jiménez». Ha salido un gato tal cual.
Parece que no soy tan famoso como Van Gogh.

Las inteligencias artificiales necesitan a los artistas humanos para generar arte porque sin ellos no tendrían referencias sobre como hacerlo y por eso no pueden substituirlos. Las inteligencias artificiales no pueden crear algo original, siempre se basan en otros contenidos que las preceden.

El lugar que corresponde a las IAs

Una inteligencia artificial siempre va a estar basada en algo ya creado por los seres humanos. Por lo tanto, su capacidad para adaptarse a la complejidad de la realidad humana es siempre limitada. El uso de una IA debería ser siempre el de una herramienta que orbite a un creador o artista para ayudarle pero jamás debería substituirle.

Podemos ver el caso de la conocida web de tecnología Gizmodo que ha optado por despedir a sus redactores de su sede de España para poner en su lugar a una IA que tradujera directamente sus artículos del inglés al Español. La empresa decidió reemplazar a sus redactores humanos por una IA encargada de traducir artículos del inglés al español. Aunque eficiente en términos de costos, este cambio resultó en una notable disminución de la calidad del contenido. Palabras nuevas o términos especializados se traducían de manera inadecuada, dejando a los lectores insatisfechos.

Esta tendencia no se limita a la prensa; también se está infiltrando en la industria del cine. Hay temores legítimos de que los estudios de Hollywood puedan empezar a utilizar IAs para redactar guiones, relegando a los guionistas humanos a tareas de revisión y ajuste.

Guionistas de Hollywood en huelga

Aunque esto podría resultar en una gran cantidad de guiones, la calidad de estos trabajos probablemente sería muy mediocre. Las IAs, por su naturaleza, no pueden generar nada verdaderamente nuevo o emocionante. Por el contrario, si los guionistas humanos mantienen su papel principal y utilizan la IA como una herramienta para mejorar el análisis y la corrección, podrían elevar su arte a nuevas alturas, sacando lo mejor de sus habilidades y creatividad.

Por todas estas razones las inteligencias artificiales aunque pueden hacer cosas impresionantes, al final, son solo herramientas. Nos ayudan a hacer nuestro trabajo más fácil o rápido, pero no pueden reemplazarnos porque solo imitan lo que ya hemos hecho.

En un mundo donde a veces se busca ahorrar tiempo y dinero sin pensar, tenemos que recordar que hay cosas que no se deben cambiar solo porque se pueda. Usar IAs en lugar de personas en trabajos creativos podría ser un gran error. Por lo tanto, la próxima vez que escuchemos acerca de una IA que compone una sinfonía, escribe un guión o produce una obra de arte, recordemos: por impresionante que parezca no deja de ser una sombra en la pared.

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